A el heredero de mi universo, mi heredero universal.

Heredarás mis tierras, mis ojos, mi luna.
Macondo tras la tormenta.
Mis miedos, sueños y dudas.

Mis desiertos y mis ríos,
mis valles y mis montañas.
El viento, puro albedrío.

Un viejo álbum de fotos que guardo en un cajón de madera:
El bullicio en Camden Town
y Granada en primavera.

Mensajes en una botella.
La Pinta, la Niña y la MIR.
El Dios que tú más prefieras,
mil promesas por cumplir.
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Serás dueño de mi pan,
de mi sal y de mi almíbar.
De la siembra y de sus frutos.
De mi pomada de acíbar.

De nubes de algodón de azúcar,
del gas en sus tres estados,
de todo el oro del mundo
(que otros lucen prestado)

De mi fuego y de mi frío,
de mis heridas de guerra,
de mi camisa de cuadros,
de mi guitarra sin cuerdas.

De coronas con espinas y collares de diamantes.
De castillitos de arena y de montañas de naipes.
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Poseerás mi sonrisa desgastada,
mis errores de puntuación,
mis guantes piel de boxeo ,
mi Knock, knock, knockin' on heaven's door

El reflejo de Narciso.
Recuerdos liofilizados.
La idiosincrasia colectiva
de un legado regalado.

Una estrella como insignia,
una cruz como amuleto,
un ejercito de hombres,
una cinta de moebius.

Las leyes de todas las ciencias
y sus faltas de ortografía
Un poema desordenado.
Una voz que ahora es mía.

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Dedicado a mi hijo Rafa, un niño con Síndrome de Moebius.
Visítanos en www.yosemoebius.es

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